lunes, 14 de diciembre de 2009

Pajaros en la cabeza


El tiempo pasó y todos crecimos

-bueno, no todos, algunos seguían

mirando por la ventana y sobrevolando

la moqueta azul de la oficina.

En el trabajo aún se perdía

en la selva de sus sueños

y un grito le nombraba, le arañaba

y rompia el dulce sortilegio.¨

[...]

Mirando absorto la ciudad

ni el rumor de su pecho escuchaba

ni a madre, ni al televisor, ni a la oficina,

sólo un lejano batir de alas.


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